Vencido el miedo de entregarme,
en los abrazos de tus besos
me dejé quemar.
Como humo que se eleva
el cielo contigo alzancé tocar.
Aprendí a fuego lento
lo que significaba: Amar.
Ahora duermes a mi lado sin reparar
en que mi sombra te abraza,
que necesito de tu respirar.
Pero mi alma no para de llorar,
desde el día que me confesaste,
no amarme más.