No creo mi palma muy ambiciosa
ni creo mi amor cordial en vano,
pues mi pecho sincero y llano
busca perenne tu alma hermosa.
Mas mi esencia yace nerviosa
y mi albedrío sufre temprano
por vehemente asir tu mano,
por cortejar tu piel lujosa.
Y sean los frutos y la flor
menos dulces y más sentidos
al posarse frente al candor
que mana de amores nacidos
de mieles y del corazón,
de oros y de soles fundidos.