Hoy la vida se me arruga,
veo aquel barro convertido en humano
en despojo del cruel destino.
Solitaria en su jocosa y humillante locura
pernocta a la entrada de la añorada casa
aquella casa quizás tan soñada que el mismo
diablo le arrebató y solo al lumbral pudo llegar
En ese medio metro cuadrado
retoza su mugriento cuerpo calado por el frió
y sucio por pecar en ser él
Naturaleza al fin derrama el cielo lágrimas
de nube nocturna para humedecer el lecho encontrado
de aquella alma que quien sabe
una mala jugada del destino, hizo
que la conciencia perdiera
Reina en su mundo oscuro delira pronunciando nombres
como si llamara a quien tanto amó
como si su enronquecida voz
quisiera llegar a algún corazón que pueda
descifrar su quejido
Duerme reina de la locura
que aquí nosotros también dormimos
nuestra propia locura
de ser indiferentes
Benjamín Romero