Una vez te obsequié una flor, en una tarde de Octubre dónde vivimos realzados por el calor de las velas detrás de la cama y aquellos pétalos que estaban regados en las sabanas, dónde la pasión jugó a ser protagonista heredera de nuestros sueños y nuestras miradas que se contemplaban en nuestros cuerpos que ansiaban amarse.
Te entregué una rosa blanca desfilada entre el espacio que había en los pétalos rojos colocados al azar sobre las almohadas y la adyacencia de tu espalda, solo para denotar en tu sonrisa la seguridad de que este amor es tan puro y no es inverosímil como antes lo había creído.
Sin embargo, existe otra realidad detrás de las hojas verdes que sostenían tus delicadas manos… el significado de los blancos pétalos se esconde en tu carisma que ha cautivado mi sonrisa, porque la flor solo fue un homenaje al verdadero botón que es nombrado en esta composición.
Tu cuerpo; blanco, delgado y con una cintura que despierta mi pasión, cabellera azabache y labios grandes perfectos jugar con los míos… la belleza de toda una Diosa, sin duda debe ser representada con la elegancia de una hermosa rosa, pero con un color blanco porque personifica el tono de la pureza e inocencia, y porque creo este amor durará para toda la vida.
Eres entonces para mí, la beldad de una rosa blanca; es el seudónimo que he decidido colocarte a partir de este momento, porque ella representa el amor en la pureza e inocencia, en el secreto y la paz, en el silencio y en la verdad. Eres mi rosa blanca, porque sé que quieres ser digna para mí, y yo también quiero serlo para ti.