Cuando la tarde se astille en los cristales
Y no lleguen palabras pintadas de fuegos fatuos
Cuando desnude mis metáforas
Cuando regrese a sus muslos
Cuando en silencio adivine
Los mundos que hay en sus ojos
Cuando no me duela el paso que se va
Ni el paso nuevo que llega
Cuando aprenda a comer una sola vez al día
Cuando pueda mirarme sin ocultar mis vacíos
Y mis poses y mis gritos contenidos
Cuando transmute las horas agrias
Y se borren los gritos de los patios hondos
Cuando al fin asesine este espejo
Ya no hablaré de ventanas sin luz
Ni de caídas ni de puertas clausuradas.