NUEVO TEsTAMENTO
III
Siempre añoraré
no haber bebido
el vino
de los milagros.
El néctar
de las bodas
de Cana.
Es claro;
no estaba invitada.
IV
Si solo fui
una oscura
Magdalena
que limpió tus pies
con sus lágrimas.
V
“Antes de que cante el gallo,
me negarás tres veces...”.
Y las noches
de tu sangre:
la pasión...
¿en dónde quedaron?
tu cuerpo...
¿No merezco acaso
llamarme tu esposa?
Ya lo sé.
Me tardé vidas
en reclamarlo.
Ya no hay escrituras
ni antiguas
ni nuevas
en donde profeticen
nuestro amor
sagrado,
olvidado
eterno
y sacrílego.
VI
¿Pero no sabés,
Gran Señor,
que mi pasión
es un manantial
sin tiempo
ni fronteras?
Todavía
nos quedan
interminables
noches
de sangre.
Mucho fuego
en las sábanas.
VII
Apagaremos
con sudor
las llamas
encendidas
en tu traje de muerte.
Santo Sudario.