Cuando pienso en la crucifixión
de nuestro glorioso Jesucristo
siento que se me arruga el corazón
y me ahogo en silencioso grito.
Me alegra de la Biblia ser lector
de la muerte de Jesús y su tortura,
donde decidió morir por amor
cumpliendo así las escrituras.
Pude felizmente controlar el dolor
al saber que Jesús sigue vivo;
latiendo con fuerza en cada corazón
por los siglos de los siglos.
Jesús, en tu gloriosa resurrección
quedó demostrada tu grandeza espiritual …
atrás quedó tu cruel crucifixión,
porque ahora reinas con tu padre celestial.
Alejandro J. Díaz Valero
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