Obedezco a los vates
a la sombra del léxico
y rebusco mis artes
en el baúl del pretérito.
Soy un punto y aparte,
una coma en un hueco,
una tilde en la tarde,
un guión entre sueños.
Encamiso metáforas,
abotono el hipérbaton,
y con retal de parábolas
me calceto un soneto.
Abro y cierro corchetes
como puertas el viento
y con madera de hipérbole
yo exagero el lamento.
Al estofado de estrofas
vierto salsa de pétalos
y a la sopa de rosas
le añado un epíteto.
Soy el sol de una sílaba
persiguiendo un acento
por el jardín de partículas
de los cielos fonéticos.
En el mar de la anáfora
voy lanzando el anzuelo
por si pica algún ánfora
con la sangre de Homero.
Soy pariente del canto
y vecino del cuento
y la flor del acanto
a menudo la mento.
Aparezco entre frases,
pongo voz al silencio
y con la luz de tu carne
sustantivo mi fuego.
Del amor soy esclavo
en la cárcel de un beso
y a su pecho me clavo
con mi verso poseso.
Del color de la sangre
es la tinta que vierto
en papeles secantes
de mi herida en el pecho.
Con mis alas de ángel
a tus ojos yo vuelo
y sólo tardo un instante
en decirte: te quiero.