Mirando una nube blanca de algodón,
acercándome a ella con ojos de añoranza,
recordando ese día tan feliz en que te vi,
me parece reconocer con cariño tu figura,
ondeando tus cabellos al viento travieso,
removidos con la gracia de una sirena,
envueltos con las aguas del de océano,
nacimiento de amor de amistad sincera,
organizando mi mente hacia la luz violeta.
Vivo desde ese día con el alma hacia ti
añorando y adorando ese día tan feliz,
levantando el corazón hacia el cielo,
elevándose hacia esa nube blanca,
reconociendo en tus ojos mis ojos,
animando el camino tortuoso de mi vida.
FÉLIX