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En la cosecha de ciertas
uvas tolerantes a las ventiscas
podrá la sabia mano del aldeano
descubrir un jugo violeta
que agota árboles solitarios
cubriéndolos con flores de ceniza
este fenómeno silvestre
no es de fácil acopio
ya que sólo destaca cuando
una mesa muda y arcaica
soporta las yemas encanecidas
dicen que se debe tener
extremo cuidado
pues aquel mortal incauto
que torne a beber el néctar
violáceo
cobrará foráneas memorias
que a refrendarlas no hallará
testigo dispuesto
e inmediatamente
ocupará sus fuerzas
en asuntos sin alba ni premio
cuídate también tú
errante del camino
al visitar estas comarcas
si alguien trae frutos secos
de los que extrae morado brebaje
diciendo que es el mejor vino
y además
te sienta en rancia mesa
silente
para distraerte con embriagante
conversación...
huye sin demora
pues se trata del ángel caído
que anida en los arrabales
de este abatido poblado
donde las uvas son
señales de otros inocentes
peregrinos quienes
por aceptar el convite
quedaron para siempre
condenados.
Arlane