En esa cruz, mi Jesús,
te maltrataron, te golpearon,
te arrancaron pedazos de tu carne,
y con espinas te coronaron,
y todo para librarme a mi,
de los pecados que yo cometí...
Te azotaron, se rifaron tus vestidos,
clavaron tus manos y pies,
y todo para salvarme del abismo...
Atravesaron tu costado con lanza,
y de allí salió agua y sangre...bendita, pura,
que limpió y redimió
la suciedad de mi alma y corazón...
Lo hiciste, sin yo merecerlo,
ese sacrificio tan doloroso
donde fuiste llevado hasta la muerte,
y no una muerte cualquiera,
sino como el peor de los delincuentes,
en esa cruz de madera...
No tengo mi Dios como agradecerte,
lo que hiciste ese día por mi,
sólo reconocer que en ese momento
pensabas en mi y vivir desde ahora
como Tú quieres,
para honrarte y glorificarte hasta mi fin...