Dulce destino me llevó hasta ti
aquel domingo entrado ya el otoño
en que la dicha era mi enemiga
y dormía el corazón su triste sueño.
Al verte en un instante recobró
el latido rítmico constante
que habiendo olvidado recordó
al amparo de tu amada imagen.
Y en ti deposité mis sueños
a ti mi pasión quise entregar
y en esos ojos que todo prometían
mi vida yo deseaba reflejar
pero oh! destino traicionero
de otra eran tus ojos, tu mirar...
tus manos dulces, tu boca, tu palabra
tus arrebatos de pasión, tu palpitar
...y me quedé sedienta de tu cuerpo
imaginándote pegado a mí
empapados los dos entre caricias
en el fuego candente del gemir.
Venerado amor...amor prohibido
nunca te olvido ni te olvidaré
y te digo desde aquí...te amaré siempre!
pues mis sueños más ardientes te entregué.