A mi hijo
Llegaste…
Con tu aspecto juvenil,
con tu guitarra al hombro.
Trajiste la primavera
esa mañana tan fría
que el viento impregnaba mi piel.
Hace más de veinte años
te asomaste a este mundo
una noche de primavera
brindando luz nueva a mi existencia.
Pero por esas cosas
del destino que nos fabricamos
te alejaste de mi lado
para seguir tu camino.
Así todo cambió esa tarde,
con tu presencia en mi hogar
el sol comenzó a brillar.
Vinieron los días cálidos
y luces de colores
adornaron la primavera.
En tan sólo una semana
creaste música en la laguna,
compartimos mil canciones,
tantas palabras y poemas…
Fueron momentos tan alegres
que hoy te extraño con locura.
Cuando partiste esa noche
se marchó la primavera,
volvieron los vientos fríos
y una bruma de soledad
se adueñó de mi mirada.
Pero me quedó el recuerdo
de momentos transcurridos
y la ilusión de saber
que pronto, tal vez muy pronto
regresará la primavera
y renacerán las flores.
Recordaremos los tiempos
de los juegos de tu infancia,
cantaremos mil canciones,
compartiremos las horas.
Y aunque sea otra semana
volverá a sonreír la vida.
Septiembre de 2009
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