CANTO AL CERRO
Gran Quitasol altivo y majestuoso,
Ángel custodio de los bellanitas,
Cuando niños, tus faldas, impetuosos,
En busca de guayabas y moritas,
Subíamos risueños, jubilosos,
Porque la vida era más bonita
Y ser niño era un sueño esplendoroso
De cometas, pelotas y canicas.
Cansados de jugar y cazar nidos,
Reposando a la sombra de un buen árbol,
Tranquilos nos quedábamos dormidos
Y algunas veces terminé soñando
Que en tus cumbres, Gran Padre Quitasol,
Habitaba el espíritu de un indio
Que un día vencido, sin hogar, sin dios
A la ignominia, prefirió el suicidio.
Gran Quitasol de ayer, de hoy y de siempre,
A pesar de las llamas criminales
Que el vil pirómano en tus breñas prende,
Siempre estarán tus faldas paternales
Custodiando a tus hijos bellanitas
Que por generaciones, jubilosos
En busca de guayabas y moritas
Vuelven a ti, y están de ti orgullosos.
Sin embargo, el espíritu del cerro
A veces llora y se estremece y tiembla,
Al ver el urbanismo que sin freno
No respeta las canas de sus nieblas.
Y yo, aunque no tan viejo como el cerro,
Desde San Félix lo contemplo y pienso:
Montaña joven de semblante viejo,
¿Por qué tu verde ya no es tan intenso?
¿Por qué en tus faldas cantan menos pájaros?,
¿Por qué son tus arroyos tan escasos?
Porque los urbanistas y pirómanos
Del cerro están fraguando ya el ocaso.
PUEBLO, GRÍTALE A ESE
Si verde es la esperanza que el verso del poeta
debe llevarle al pueblo del cual es sangre y carne,
gritémosle al tirano que humilla e irrespeta
al pueblo, a quien le debe lo que tiene de grande,
Que su fama y su gloria nunca serán completas
Si no valora al pueblo que decidió confiarle
Orientar a la patria hacia comunes metas
Para que no sigamos siendo tan miserables.
Pueblo, grítale a ese que rige tu destino
Que no sea tan avaro, que no sea tan mezquino
Contigo que mereces techo, salud y pan,
Dile que ame la patria, que de ella no haga entrega
Al gringo que tan solo quiere sumir en guerra
A esta nación que anhela tener trabajo y paz
fernandocardonakaro