¡Madre del corazón!, cuanto he sufrido
en la triste ignorancia de mi vida;
cuando tu inmenso amor miré perdido
creyendo que era eterna tu partido;
cuando en tu sienes no encontré un latido;
cuando tu dulce voz quedó extinguida,
y en mi horribles ansiedad y en mis enojos
perdí la luz,de tus hermosos ojos.
¡tus ojos...!, que habían sido en mi existencia
faro de salvación y de consuelo
destello de la santa providencia,
luminares purísimos del cielo;
ídolos de mi fe, de mi creencia,
que yo adoraba con ardiente anhelo,
porque ante de perderte conprendía
lo mucho que me amabas ¡madre mía!
¡cuanto me amaste!, sí; yo fui tu gloria,
tu ensueño de placer jamás perdido,
capítulo el mas triste de tu historia
y para ti, sin duda, el mas querido.
el afán de tu vida transitoria
fue evitar en mis labios un gemido;
pensar en mi dolor; fué la gran pena
que te hizo sucumbir. ¡ eras tan buena!