Lo que el corazón decide
no lo ata una rúbrica
ni porque una voz lo pide
o un sonido de súplica.
No lo amarra un contrato
ni lo detiene una cerca
ni el más amargo relato
o alguna actitud terca.
Lo que el corazón decide
lo ha meditado despacio
fútil pedir que lo olvide
porque flota en el espacio.
Solo el sabe cuanto mide
es su aspiración secreta
cuando el corazón decide
trata de llegar a la meta.