Allí van tus pies hermosos
surcando de la vida los caminos,
entre espinos y vaivenes pedregosos
como un par de errantes peregrinos.
Iban viajando lejos de mí,
mientras yo suspiraba por ellos
para que te trajeran velozmente aquí
donde pudiera contemplar tus ojos bellos,
y amo tus pies, los amo,
porque entre todos los caminos
el que hacia mi conducía encontraron
y ahora descansen, descansen peregrinos,
que ya a su destino llegaron,
que a la mujer que traen consigo
he de amar como ninguno a amado
y que Dios, felizmente, la guarde conmigo.