¡Aleluya! ¡Gloria a Dios!
Él jamás nos dice adiós.
Gracias por lo que me has dado
y por lo que me has quitado:
por la salud que poseo,
que de muchos es deseo;
por errores cometidos
y los pasos aprendidos;
por cargar con una cruz
para valorar su luz;
por ponerme en el lugar
del prójimo a perdonar;
por la mirada del niño
que me regala cariño;
por la mujer compañera
con el alma de guerrera.
Copyright © 2011 José Luis Calderón.