Ha picado un pez
el anzuelo de Ramón,
y haló la caña con rapidez,
de un solo tirón.
Fue muy repentino
y de forma extraña,
el pez atrevido
comió la carnada.
¡Ay que insensatez!
Ramón comentaba:
Me quedé sin el pez
y sin la carnada.
Alejandro J. Díaz Valero