Anochece mi realidad pero no mi corazón,
la luz de tu presencia es el sol de mi alma
como todo lo que brilla con la mejor intención
para el goce de los ojos que produce calma.
Emerges como el fénix lejos de mis brazos,
mi voz te llama hoy y como todos los días
se pierde en el tiempo y se acopla al rechazo
cuando no escucha respuesta de tu simpatía.
Si estoy delirando de amor, déjame vivir
que quiero hacer fuerte el sentimiento;
deja que mi delirio me invite a morir
si se me niega verte en mis pensamientos.
Piel de ángel, alma de mujer acrecida
llévame a la infinidad de tus quimeras
donde tus caricias curen mis heridas
y tu voz sea la guía de tus cordilleras.
Bendita niña que ha llegado con bondad
permíteme tu rumor como tu silencio
que quiero ir contigo a la inmensidad
dejando sin trascendencia al desprecio.
No me quites el sueño del mañana
ni la luz del nuevo día por las noches;
no me lo prohíbas poderosa soberana
que deseo hacer mío tu mundo sin derroche.
No te dejes vencer y no regales tu sonrisa
si te muestran la faceta de la indiferencia
y recuerda también, que mi alegría agoniza
con la llegada injusta de la inconsciencia.