ELIS MANUEL AVENTURERO

MI ASFIXIA

 

La miré invadir mi privacidad

tan tranquila

Entró de repente a mi habitación

sin pena

Sentí  que ella mi intimidad vigila

Y quise demandarla

con voz de condena

Sin embargo en sus manos temblorosas

se  me ofrecía un cafecito

de aroma tempranera

Me brindó una taza de tantos recuerdos

De aquellos momentos

en que fue mi enfermera

Cuando el asma  inclemente

deformó mi tórax

Pero no su lucha de noches enteras

Se perdió el descanso por miles de horas

Anduvo los campos, montes y quebradas,

Registró los patios, parcelas ajenas,

Visitó curiosos, a Lourdes la bruja y Pablito Pereira

Buscando azarosa

la cura en las hierbas

Declamaba  en las noches

los salmos al cielo

Cuantas oraciones a todos los santos

dejó en su desvelo,

Durmió abrazadita

con un frio busto de José Gregorio

a quien alumbraba con un cabo de vela

Seguro en mi asfixia pasaba mil sustos

Y más se aferraba a su nazareno

 a sus estampitas que aun los venera.

sabrosito ese guayoyo

que coló en la madrugada

allá se va mi viejita, con su tacita vacía

la misma donde el guarapo,

bien ardiente me llevaba

de eucalipto, de jengibre,

manteca e raya y curía,

de pasote, mapurite

y el de cebolla morada

el de flores de sauco

y cogollo e Santamaría

y se me despeja el pecho

de solo verla en mi cuarto

ella viene a nebulizarme la memoria

cuando entra con un humeante plato

y se me impregna  el aire

de aromas de vaporud

de alcoholado

y de amor de madre

no fui yo quien ganó la batalla,

sino ella en su empeño

en su entrega por un hijo

que le arrebataba el sueño

¿y que espero para retribuirle lo que hizo?

Si aun la tengo conmigo,

aun terca y solitaria

Todavía la veo venir

con unos consejos  tibios

Pero sin tantas fuerzas

para correr a salvarme

Ni para ir hasta al mismo infierno

a buscar mi alivio

Desde lejos me mira y conoce mi angustia,

mis tristezas,

escandalosa prenda que rasguña sus energías

que me bendice en silencio,

que perdona mis torpezas

y que segurito implora

desde su alcoba sombría

Purificándome el aire

cuando a sus santos le reza.


Y a pesar de su distancia

logra darme la alegría

¡Ay si un día me faltara!

No habrá lugar ni momento,

para besarle la mano.

No estaran  esos parpados arrugados

custodiando sus pupilas

Mirándome fijamente

como siempre conversamos,

Ya No estarán sus oídos

para escucharme tranquila 

un susurro bien sentido

cualquier dia bien temprano

 Cerquita de su camita

¡MADRECITA YO TE AMO!