El mercader cansado
¿Y hasta cuando con la preguntita?
Quiero dormir en paz antes del viaje,
quiero meter la mano en la bolsa de los dulces,
quiero no ser ya responsable ni de mi alma.
Busqué y busqué la fórmula y el número,
la receta y el don, la puerta o la manzana,
y no encontré más que dolor en la palabra risa,
más que unas pruebas transitorias del hechizo
y aquí otra vez a tantear, a babear y a dar por vida
la condición de no saber qué somos y hacia dónde vamos.
Unos pululan cual gusanos blancos,
otros se esconden tras las rocas como almejas
y otros, los más, no saben ni volar ni arrancarse las escamas.
Quiero no ser humano ni de sombra,
quiero acallar las voces en mi fuente,
y el corazón, mi corazón que se ha dormido,
dejarlo ser pasto del lobo o del incendio.
No quiero momentánea lucidez
ni espejismos de sal a mis espaldas.
Vendo la tienda, señores, buena suerte.
No me despierte aquel que encuentre las palabras.
08 04 12