Te desvistes en tu soledad,
sacándote mentiras en forma de seda,
que rozan tu perfecta figura de mujer.
Tu fina sonrisa se va muriendo,
mientras las lágrimas caen de tus bellos y cansados luceros,
dejando de fingir, siendo la triste muchacha que conocí.
Descansas desnuda de irreales personalidades,
siendo como el sincero y apacible vuelo de aves hacia el eterno horizonte.
Tus manos frágiles cansadas de sujetar guiones imaginarios,
desean volver a encontrar el real, aquel en donde no era necesario actuar.
Es de mañana, la rutina te comienza a encadenar
y tan solo ruegas que tu ego no te domine al salir a escena.
Escrito por: Maximiliano B.