Muere lento en la sombra del silencio,
lo acaricia una brisa de agonía
que a su vida recubre de apatía
cuando siente llegar un frío cencio.
En su lecho se ha muerto Don Asencio,
soledad fue su triste compañía,
por matar sin piedad la simpatía
de la gente del pueblo San Florencio.
Don Asencio no tuvo funeral,
por su propia arrogancia fue enterrado
en la tumba profunda del olvido.
Fue el artífice aviar de su final,
por amor y amistad no haber sembrado
al vivir en su oscuro y necio nido.
Copyright © 2011 José Luis Calderón.