Las palabras,
Esas piedras suspendidas en el vacío,
Por las que tenemos que saltar rápidamente
Para crear la imagen de una forma,
Que simule la tierra firme de la nada.
¡Cuánto cuesta entonces la poesía!
Ese espacio que une a las piedras inventadas.
¡Compañera eterna en la mustia soledad!
Te abrazo como a la vieja almohada de la noche
Que sólo puede brindarme mi propio calor.
Y sólo consigo el sueño cuando le doy la vuelta.
Pero por lo menos nos queda el silencio.
Esa cadencia imposible que se funde con la continua melodía cardiaca.
Entonces la música: Ordenación humana de los sonidos.
Cuerda floja y continua que remplaza a las piedras,
Sobre ti oscilo trágicamente con mi vara mágica,
Mirando de soslayo el vacío,
Y viendo que hacia atrás y hacia delante también te pierdes en la nada.
¡Cuánto falta entonces el amor!
Energía infinita que existe… no sé de dónde.
Porque necesito el valor de saltar las piedras
Y el equilibrio para sortear la cuerda.
La fantasía antes y después de la nada,
la ilusión del todo que enmascara el vacío.
¡Cuán difícil de sentirlo y qué imposible es despertarlo!
Siempre te sueño en la siguiente piedra o en el siguiente paso.