Alexander Vortice

POEMA DE AMOR AGRIDULCE

 

A Juan Vidal Fraga, in memoriam

Suele ocurrir que nosotros,

los que vemos un poquito más allá

de lo establecido, vivimos cautivados

y tenemos ganas de versificar

por imposibles y por pasiones distantes

y por sabe Dios qué más.

 

Ella, tan compleja que parecía muy simple,

fue el gran gusto del momento,

la caricia demente del final del verano,

fue un soplo de felicidad

del que no te puedes enamorar.

 

Como siempre: la observas, la elevas,

la amas poco más de 30 segundos

y te ves más perdido que un difunto

en un parto de trillizos.

 

Ella –suspiro-, una de tantas mujeres

que se hacen bellas a medida que piensas

en la vehemencia eterna,

me hizo calibrar el ritmo de mi ceguera,

hizo que me vistiera de gala una vez más,

para luego perderla, sin más ni más.

 

Pero, amigo, suele ocurrir que los poetas

nos comportamos como tales,

ya sabes, como poetas.

 

Y he de decir que valió la pena y la cabeza,

siempre vale la pena amar hasta poder amar,

aunque sólo dure 30 segundos y 900 días

en coma sentimental y un ojo morado

a causa del brusco golpe

y un poema de amor agridulce

que ahora intento escribir de la mejor

de las maneras, dejando a un lado

las más ásperas lamentaciones.

 

(Del poemario “Neurosis Tremens, año 2005)