Ayer me puse a regar
en el prado del recuerdo.
Miraba con un par de lentes,
que de viejos se cayeron.
¡¡Sí supieras los paisajes,
vívidos en esos vidrios!!
Un hombre algo cansado,
caminando su pasado.
Una mujer estupenda,
con una falda cortita
casi sin cubrir las piernas,
ella se creia bonita.
Dos niños en un barrial
con barcos de papel,
en una poza de agua
agitaban su bajel.
Ese hombre semi encorvado
de pasos algo sinuosos
un sombrero raído
por los baches del camino
era un libro de historia
de esa querida tierra.
Una trompeta tocando,
a la entrada de la iglesia,
y en la puerta un papel
con el nombre del aquel,
y muchos como mirando
la última despedida,
con mis lentes ya mojados
de la lluvia que caía
rodando por mis mejillas,
si parecian lágrimas advertidas.
El recuerdo de ese hermano
que sin ningún aspaviento,
llegado como ese viento
del sur se fué volando,
en mis ojos de recuerdos.