Se dejo pintar la cara por el sol
y respiro gorriones.
Voló con toda la imaginación posible
en las alas de un beso,
de un pretendido beso con perfume de ángel.
La dibujó bonita en el iris del cuore
con la boca de cobre
con las manos de azúcar
y los pechos de roble
y ese vientre de agua
que le quema la sangre.
Con la fina estrategia del pintor de los pobres,
que realza la boca y en los párpados-sobres
nos escribe una carta de metáfora a tiempo,
le grabó la palabra al lector de un invierno
para que de aquel sueño
le amanezca un "te quiero".