Cuatro periodos nuestra vida tiene.
La niñez con su mundo de alegria,
la dulce y soñadora adolescencia.
La edad viril con su ambición gigante
y en la vejez la triste indiferensia.
¡Cual breve es nuestra estancia en este mundo!
De niño no sabemos que vivimos,
la juventud no brinda sólo sueños,
la ansianidad recuerdo de que fuimos.
solo la edad madura nos ofrece
la verdadera vida, el pensamiento
se eleva, se dilata, se agrandece,