Te amé; amándote cuando el cielo se esconde,
y la noche se desviste en el asfalto,
te amé sin recordarlo, tantas veces como para olvidarme
-de mí- -de mi muchas veces- olvidando mi nombre.
Olvidando la vida, y las razones de existir
cuando el tiempo resiste con nostalgia mi morir.
Evadiendo los ecos del futuro;
rompiéndose la membrana de la voz
erradicando mi silencio
entre el paladar de tu boca.
Te amé olvidando amar,
cual decadencia de mi actuar,
al sentir la humedad
que belleza me quito la ropa,
tras mi aliento; me quito la piel,
tras el dolor; me quito los huesos;
tras lo espiritual; me quito el alma;
tras el silencio, me quito la nada.
Ahora, errante;
cuestiono
los pasos
marchitos
de la obra
quemada.