Luces como toda una princesita
Se mueve tu pelo, se sienten tus pasos
Voy detrás de ti meneando mis ojos
Al mismo ritmo de tu cinturita
Cada vez te cruzas en mi pensamiento
Me acerco te ofrezco mi cortesía y un beso
Mil bocinas tratan de despertarme
Mientras cruzo la calle tras un espejismo
Me llevas como duende silencioso de la tarde
Olvido mi edad y la tuya,
pecado y tu ya son lo mismo
locura y yo la misma cosa
pero allá voy, mírame apurando el paso
de nuevo al abismo
como si no me doliera el batacazo
cuando ya me sale el poquito de voz
y me animo
para llamarte, para que además de tu espalda
me regales una mirada
que hermosa, que fina, que soñada
pero no eras tú, era solo mi ilusión
que se dejó llevar por alguna semejanza
me reintegro cabizbajo y apenado
tratando de mi estupidez librarme
con insultos a mi terco corazón lleno de esperanza
que incauto se doblega a tu recuerdo
que frágil se quebranta en tu distancia
en ese silencio que dices con que hablas
en esas mentiras en que encuentro alivio
en ese olvido que me das sin clemencia
ya he implorado a ese cielo, ese mismo
que me hiciste tocar
que me deje arrullar en tus brazos tibios
una vez mas,
que me deje decirte al menos adiós
que me permita saber
cómo se guarda para siempre un último beso
y como se dice te amo
sabiendo que ya jamás te veré en mis brazos
permíteme despedirme
para dejar también de perseguirte
en cada silueta de las aceras de la ciudad
en cada gota de lluvia y en cada frailejón
envuelve tus besos en los míos
y arrójalos en la nada
has del frio una hoguera
donde vayan a quemarse mis poemas
déjame sin musas, sin canciones sin deseos
y déjame un beso en los labios
que me haga congelar el tiempo
en que fui feliz en tu misma almohada