La fuga nuclear del tsunami
mansión de agua
burbujeante marea-escombro
coronó jeroglífica ruptura
entre los pilares del viento
la agresiva pulsera.
Edificó argollas de asfalto ceñido
en los somnolientos párpados del cuello de la profecía
raudal rugiente
fundiendo espadas
entre hombreras navales
cuando el tiempo se detuvo.
Un muro ingenuo en la tosca calma de los pájaros.
Las sogas náuticas detonaron acertijos
de bruma humeante
arrasó horizontes espectrales
en la reja mayúscula de los pergaminos
deletreo la ola,
poza telaraña de la sombra-embudo
con el empeine roído de la tijera
ciclópea marejada
devoró batiente abismo .
Naufragaron las velas del sonido
la orilla del tiempo en parálisis
la boca quedó con su brea corrosiva.
Los monjes del agua colapsaron
en el lóbulo saliente
de penínsulas rituales.
Los ídolos geológicos
honraron templos civilizados.
Los títeres de mis dedos
drenan el pie izquierdo y observo
los monumentos de mis dudas en silencio
que van desgajadas en los cerros subterráneos
de la sentida profecía .
De sus manos aéreas tapizó crucifijos helados
trituró indiferente la hojarasca del miedo
hipnotizada escolta de las almas en vilo.
Submarino embutido a lamentos veleros
gritos agujereados
fábrica de alaridos en el sarcófago océano
sembró sentido paroxismo
emisario nudo del ojo
vapor y gas
fue como último vestigio de la combustión
donde atoró el estremecimiento breve
del impacto.
Bernardo Cortés Vicencio
Papantla, Ver.