Tus labios tiernos y buenos,
Son la fortaleza de mi alma,
A pesar que solo viven en mis recuerdos,
Esos que son esperanza y luz de mi vida,
Hay naufragios del corazón,
Como nubes en el cielo,
Se me ha dado por nombrarte sin razón,
Entre amarras y el alma en duelo.
Se duerme con los ojos cerrados,
Y despierto abrazando mis miedos,
Esos de perderte para siempre,
Que se hicieron ciertos el día que te fuiste,
Llueve y te recuerdo,
Con la constancia que caen las gotas,
Esas que muy en el fondo,
Me hablan de tu luz y tu alegría.
No es miedo cuando digo que te extraño,
Es duda cuando pienso si aun me recuerdas,
A veces me pregunto si estas vestida de flores,
Como aquella noche en la que te perdí,
Aun no sé en qué momento mi amor te hizo daño,
No recuerdo haberte puesto contra las cuerdas,
Pero siempre estuve atado a tus manos breves,
En las que tantas veces escribí.