Hoy desperté con ganas de estar contigo,
de besarte, acariciarte y hacerte el amor
pero tu estás tan indiferente, tan lejano
que congelas mi alma con tu gélido aliento.
Desperté recordando el día en que te conocí,
llegaste algo nervioso, pero muy bien plantado
tanto que sólo pensé en arrojarme sobre ti
echar mis brazos a tu cuello y comerte a besos.
Pero tu amor, solo pensabas quedar bien conmigo,
llevarme a cenar, pasear y charlar largo y tendido
cuando yo sólo quería que me tomaras en tus brazos,
y me dijeras palabras tiernas y me hicieras el amor.
Yo no quise cenar, si tenía hambre, pero de caricias,
de yacer junto a ti, amarte por eso es que fui a la cita
sin embargo no parabas de hablar ¡ que impotencia !
De pronto, ¡tomas mi cara y de besos tiernos la llenas!
Por esos besos mi amor, valió la pena la espera,
por esos besos cielo, que aún llenan de luz mi alma
me resigno a que en vez de amor, me des la espalda
cuando en el lecho mis manos te buscan hambrientas.
Tantos recuerdos me han hecho derramar frías lágrimas,
¿Me acostumbraré a un lecho vacío, frío como la muerte ?
¿qué haré con el recuerdo de tus besos, de tu risa, tus caricias?
Por Dios, dime que razones existen para dejar de amarme.
Nada, ninguna respuesta aunque sé que estás ya despierto,
no hay motivos supongo, simplemente tu corazón ya no es mío
sino que ha volado como un pájaro en pos de cualquier otro nido
dejando el mío hecho trizas y con un camino por demás incierto.