“Los niños negritos no comen, no, no comen,
sus madres tienen los ojos sepultados en tumbas vivas
en cauces de ríos de lágrimas secas con barrigas preñadas de muerte.
La esperanza de vida está por debajo de un año,
me cago en mi puta vida entonces.
Se trafica, sí.
Se trafica con armas, con drogas, con hombres, con mujeres, con niños, con vidas,
con ideologías, con Internet, con política, con poder, con sueños,
con meterte el miedo en el cuerpo.
Cada mañana, cada mañana me miro en el espejo y lo que veo no me gusta, y entonces,
en vez de comerme mi propia mierda fresca:
Te jodo a ti, te jodo a ti, te jodo a ti… y te jodo a ti. ¿Porqué?
Porqué la culpa, amigos, la culpa siempre es de los demás. ¡Sí!
Y la enfermedad se llama:
Vivamos la vida de los demás por que no tengo cojones, ni sangre para vivir la mía.
Tengo goteras en mi casa, goteras en mi curro, goteras en mi corazón.
De las goteras de mi cabeza os hablo otro día porque ahora quiero dormir,
cuando duermo no pienso… no pensar.
Yo solo quiero volver, amigos, yo solo quiero volver a las entrañas de mi madre.
A nadar sumergido flotando en una paz infinita,
en una duermevela blanca de un cuerpo y dos corazones abrazados por un cordón.
Caliente, protegido, acurrucadito, indefenso pero invulnerable.
Yo solo quiero volver al día en el que mi madre me cantó mi primera nana.
Solo quiero eso…