A veces la soledad se apodera de mis sábados
mientras mis manos se esconden en las sábanas
-este frío intenso que recorre mis venas-
Moja por un instante mi entrepierna
y muerde sigiloso mi pecho
(el sábado pasado entro la soledad
desde la estancia hasta mi cama)
Se quedó conmigo hasta el alba siguiente
¡y amanecí sin ti!
Pero encontré la calma en mi reloj de pulso y en la hora en que llegabas
porque estuviste después sin preguntarme nada,
entonces el domingo
se me alegraba el alma…
Quisiera describir en una hoja blanca
¡que es estar sin ti!
Colmarla de lágrimas
Con un encendedor (prenderle fuego)
dejar que la habitación se ahúme con mi dolor
…Después de un rato abriría la ventana
para que escape entonces este dolor que pasa
[por que el sepulcro vive mientras la tierra aguanta]
¡En fin!
Pero arribó el siguiente día
cuando trastabillaba el sábado
y yo calmé tu sed al acercar mi labio
y tú a su vez
curabas mi costado.