Por mis noches triviales
pasan momentos plenos de suplicio.
Las oscuridades llenas de sigilos
mis compañeras son.
Nuestras miradas no dialogan más.
No se escucha
algarabía, ni bullicio alguno,
trás de tí marcharon,
dejando un enjambre de presencias.
La alegría de vivir,
se pierde en sombriós laberintos
sin encontrar salida cierta.
El alma traicionada
agoniza en profundo foso,
lleno de tristezas dejadas por tí.
Mis días
no los alumbra el sol, solo sombras
rondan mis auroras.
Los risueños atardeceres,
que tantas veces descubrimos juntos.
Hoy viven
saturados de nostalgias y congojas,
desparramadas,
por el viento de tu ausencia.
Los ojos, secos están,
ya no hay lágrimas que derramar
suspendidas en el espacio, cual gotas de lluvia
navegan trás una ilusión fallida,
llegando al abismo de la nada.
La negrura de mis sentidos
opacan el resplandor de las estrellas, las que
lloran sin consuelo, acompañando mi martirio.
De vez, en vez, el tormento de tu abandono,
me hace exalar
un desorientado suspiro.