NM de la Rosa

Aeternun Vale (Adios Para Siempre)

Hoy escribo sin que me inhiba la pena

que a su fin ha llegado mi loca quimera;

de mi vida digo, por vez primera,

que la siento sin fuerzas, de abrigar otra espera.

 

Tal vez no leas nunca estas líneas amargas

y si acaso las lees, no sabrás que son mías,

no sabrás, que son cosas que mi mente divaga

con un sabor de angustia, que quedó de aquél día.

 

Tú no sabes que al irte, le hiciste a mi vida

una herida de esas, que no saben de alivio,

que la hundiste por siempre en constante martirio

que de grises pintaste, momentos de alegría.

 

Y te has ido sembrando mi sendero de abrojos,

que de mi fiel corazón sólo quedan despojos

que me claman a gritos tu añorada presencia

y responde el silencio que ha dejado tu ausencia;

siento un frío de muerte, que me corre en las venas

al saber que tus ansias, para mí, son ajenas,

que no soy a tus ojos una imagen preciada,

que sólo yo soy de ti, que de mí no eres nada,

y en grito postrer que se vuelve lamento,

clamo al cielo por ti, por todo lo que siento,

que si apiade de mí porque inerte me encuentro,

que no puedo vencer este gran sentimiento,

que le dé ya el final a este sufrimiento.

 

¿Soy acaso culpable al amar de esta forma?

¿qué me entregue al amor, inconsciente, es pecado?

si el amor no es razón, no es un algo planeado

¿por qué entonces amar, en desdicha se torna?

yo podría aceptar el sufrir con entereza

si de que mío fueras tuviera la certeza;

pero si mí vida es para ti, como al árbol la hoja seca.

 

NM de la Rosa