En el espejo antiguo de mi madre
recogí los vidrios
diminuta migaja
trasfondo inválido de su figura.
He mirado los años:
Franja de aire: atuendo de lana mate que me dejó su huella
en la mejilla cuando el invierno brusco disecó mi sombra.
Aliento a barro
raíz de un hilo en que disipé la bufanda
el bordado pectoral que me dio su regazo.
Cosiendo barquitos de madera
en el circo de un papel de sus manos
me dibujó la vasija rota de la madrugada.
Como gaviota en balsa me hundió su rechazo.
Existo en ese ademán de plástico rímel
el esmalte de la mosca sobre una lata vieja
la cicatriz mira la frase al final de tu sonrisa
el porte frio en que se mueve el rincón
disfraz de tu gesto.
Del alba era un caballito blanco
cometa en la costa alegre de los juegos
dragón de azufre y caramelos: aburrimiento transfigurado de la tv
almidonando las caricaturas de Hanna-Barbera
mirando la chapa con la brújula en la ventana
supe que era un maleante, un desfile con planetas de cuero.
La animada intención de un beso
que me instaló en tu voz solvente
de un liquido en la cara burbujeaba la historieta
el cómic pirotécnico de Memín Pinguin
con el chicle pegado en la ampolleta del reloj
(intuí tu presencia)
con el vinil rojo y el pelo teñido de aquel maniquí en el sofá.
Lloro en el inmóvil lecho de tus manos
pigmento de yeso y pastel añadido puntal de tus dedos
me encogí en tus frases al hedor del murciélago.
Me sacude el estallido
la pregunta que se quedó en la costra
al acento del cerrojo cuando movías la cuna.
Incrédulas necesidades que se doblaron dormidas
aparente abundancia ciega bajo tu sombra
una fábula metálica de un pez en la cama
despedazadas llenaron tu nombre
aquí en mi lengua.
Garabato que apunté en todas partes
en el escaso cántaro que mis labios abreviaron.
He remendado tus caricias
que se disuelven indoloras
en el vaho angosto del eco
vano instinto sobre el viento.
(Región… donde apagué tu ausencia).
Bernardo Cortés Vicencio
Papantla, Ver.