Andrés Mª

CIUDADANOS SIN TECHO

Precipicios de nubes abajo,

cataratas que anegan las tierras

y los cielos que gimen llorando

con voz de tormenta.

En la hoguera, dentro de una cueva,

trashumantes que aparcan sus días,

se entretienen contando sus penas

como una familia.

Y ese niño, que asoma su rostro,

oteando horizontes lejanos,

con la cara muy llena de mocos,

que limpia en su mano.

Ciudadanos del mundo, sin techo,

sin ciudad y sin leyes que impidan

abrigar su ilusión en su pecho,

que les da la vida.

La mochila siempre preparada,

sin maletas ni hotel confortable,

una cueva o un prado por cama

que el cansancio calme.

Esa cueva está cerca del río,

donde rompe en silencios el viento,

ululando con voces de niño

con dulces lamentos.

Ha perdido la lluvia su puesto

por un sol que aparece dormido

y los niños saltando y corriendo

como cabritillos.

Es momento de ocio y de recreo

y se atiza el fuego de la hoguera,

donde arriman sus viejos pucheros,

donde el agua hierva.

Ciudadanos sin crisis, ni guerras,

uniforme su tiempo en pobreza,

satisfacen lo que ellos esperan,

sin una protesta.

Y los niños, ajenos a todo,

con la curva en sus labios resuelta,

morderán sonrisas poco a poco

-frugal recompensa-.

 

(RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS DE AUITOR)