Insomnio
El insomnio, qué porfiado,
no me deja descansar.
Los cortinados descorro
viendo las nubes pasar,
sin luna, sólo una bruma.
Dos luces en remanso
iluminan mi quietud.
Quebró el campanario
la silente gasa oscura;
en el reloj, dos agujas
como espadas atraviesan,
la inútil madrugada
que no hace nada.
Quisiera morir un rato
antes que la llovizna
asome, desde el reverso
de mis órbitas.
Matilde Maisonnave