Cuántas veces al cielo
pedí me concediera
la dicha que me amaras
con fuerza tormentosa,
con loco desvarío,
con incansable amor.
Cuántas veces, tan solo a cuenta gotas
me conforme con poco
que me dieras de tu amor;
cuántas veces te agradecí gozosa
el instante en que tus ojos
volvieran hacia mí.
Tanto tiempo llorar por esas veces
borraron de mi alma la ilusión;
tanto tiempo perdido en encontrarte
me ha llevado lejos,
muy lejos de tu amor.
Y ahora que en tu alma
ha nacido la ilusión,
ahora que al fin es mío
tu loco corazón;
ahora que me miras,
no un instante, sino siempre,
ahora. . . ahora no soy tuya,
ya ves que en este juego
tú has sido el perdedor.
NM de la Rosa