Dos pájaros se elevan en vuelo estelar,
carnosos despliegan sus alas en llamas,
desnudan sus miedos uniendo sus almas,
y entregan sus trópicos a la eternidad.
Locos trinos salen desde sus gargantas,
cubriendo el silencio de jadeos furiosos,
funden su arrebato en besos jugosos,
y sus cuerpos rojos se vuelven campanas.
El horizonte les trae una aurora clara,
un manto infinito cubre sus desvelos,
mientras danzan juntos acunando el cielo
y las nubes dibujan sus caricias de agua.
Emanan aromas de sangre y simiente
de sus pechos brota un suspiro sagrado
y en la inmensidad del éxtasis alcanzado
se entregan la vida y también la muerte.