Quedo herido del labio inferior,
lo muerde la curiosidad,
las ganas de ver lo que responde a tu nombre.
Tengo hambre en los ojos
de un cuerpo no visto.
Vaga bajo mi cráneo
y lo pienso suave como el arte;
Mas que el arte, inmaculado, suave.
Seda de luz virginal, suspiro.
Plena una vez, hermosa siempre.
Dos copas listas al alcance,
una sortija saltarina en
manos como de niña buena,
aplaudiendo la partida del fantasma
de las primaveras pasadas.
No me respondas, calla tu dicho de blanco y negro...