a.alan

¿Piedras o arenillas?




La congoja en el corazón del hombre lo abate; mas la buena palabra lo alegra.

                                                                                                                 Proverbios 12:25

 

¿Piedras o arenillas?


El otro día saludé a un amigo, diciéndole: –¿Cómo estás? Su respuesta me dejó intrigado: –¡Oh, estaría bien si no tuviese estas piedras en mis zapatos! –¿Qué quieres decir con eso? –Pues que tengo preocupaciones que me parecen enormes. Se parecen a esos granos de arena que me hacen el mismo efecto que las piedras, hasta que me quito el zapato, lo sacudo y me asombro de que un granito tan pequeño haya podido parecerme tan grande.
¿Tenemos arenillas en nuestra vida? Éstas nos dan la impresión de ser grandes problemas, hasta que las examinamos. Son pesos que nos cargan y nos frenan, por ejemplo una persona complicada, un trabajo que nos roba mucho tiempo, una decisión delicada…
No se trata de subestimar las dificultades que se nos presentan, sino de no encerrarnos en ellas. Compartamos nuestras preocupaciones con Dios y con otros creyentes, así experimentaremos que él responde a nuestra oración. Busquemos en la Biblia cómo reaccionaron algunos hombres y mujeres de fe ante las dificultades: Abraham (Génesis 13), Ana (1 Samuel 1), Daniel (Daniel 1) y muchos otros. Estos ejemplos nos ayudarán a encontrar una solución a nuestros problemas.
Que seamos creyentes o que aún estemos buscando la verdad, las dificultades o pruebas pueden conducirnos a Dios. Atravesándolas con él experimentaremos su sabiduría, su amor y sus cuidados. “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7).