\"El sonido de un beso no es más fuerte que el de un cañón, pero su eco dura mucho más tiempo\".
Aquellos besos que emocionados nos dimos
prueban que nuestros errores los perdonamos,
son la verdad de tantas cosas que nos dijimos
y la pasión de esos momentos que no olvidamos.
Aquellos besos que nos dimos con muchas ansias
son de un cariño incondicional, de un amor ciego
que pudieron ponerle algún atajo a las distancias
quemándonos ambos en el más ardiente fuego.
Fueron besos dados con una gran desesperación
y sin tener ningún miedo a lo que será el futuro,
dejando en ti y en mí una muy dulce sensación
de que el nuestro es sin duda, un amor muy puro.
Aquellos besos divinos que me diste y que te di
guardaban permisos y prohibiciones para nosotros,
mi boca que te busca tan sólo permitida para ti
y tu boca que tanto busco yo, prohibida para otros.
Aquellos besos que siempre a los dos nos desvisten
han llegado hasta a ser celestiales, quién lo dijera...
porque en realidad sólo los dioses si es que existen
tendrían el poder bendito de besar de esa manera.
Con aquellos besos que nos dimos soñábamos,
pero los nuestros eran sueños reales, muy ciertos
y lo sentimos tanto en los besos que nos dábamos
que decidimos desde esa noche soñarlos despiertos.
Gracias a esos besos hemos sido lo que hemos sido,
los más atrevidos, dementes y arriesgados amantes,
por eso, por más que lo pienso, no he comprendido
por qué diablos tú y yo nunca nos besamos antes.
Poema original de Álvaro Márquez
Venezuela