Odio esta vida y cualquier otra.
La odio con vehemencia y fatiga.
Maldigo la infame hora
en la que tus ojos ví.
Extasiada ante tu belleza
ansiosa de explorar tu carne
y tus labios
palpitante de amor mi corazón,
deseó cada una de tus virtudes
y aún con regocijo cada una de tus desgracias.
Y es que tus labios prominentes,
cruel seductores,
me han llevado
al peor de los cautiverios,
y es que soy la mendiga de tu amor.
La idiota dispuesta a todo.
Por eso maldigo al mundo
y maldigo a tus ojos,
que me dan y niegan todo.
Como deseé tener tus labios solo para mí.
En cambio tú te perdiste en la profundidad
de una noche vacía y tenebrosa.
Dejaste en harapos a mi ilusión.
Por eso maldigo la infame hora
en la que tus ojos ví.