Tantos años de buscarte,
me colmaron los antojos
de sonreírle a tus ojos,
abrir los brazos, besarte.
Te busqué en cada parte
donde el gris deja su huella.
Quise alcanzarte, así bella,
rememorando tu brillo;
a veces por verde trillo,
otras, tocando una estrella.
Un día, alcé la mirada
y te encontré seductora,
era este rostro de aurora;
no eras, tú, la imaginada.
No te supe enamorada,
nunca se erigió mi beso.
Se disolvió el exceso
de la odisea en la piel
y en el rostro de un papel
mi dolor dejé, allí, preso.