El aire rozando entre las flores silvestres
de un iluminado campo de estrellas,
me recuerda que aún puedo sentir
el amor recorriendo cada ser cotidiano,
aun llegado el momento,
no se si dejarme llevar o
volver mis pasos cansados,
sobre el viejo y gastado camino
de mi fútil existencia,
el verbo de palabras rancias y
trilladas que llegan a mis oídos,
hablando de felicidad y amor,
no rozan siquiera mi piel
endurecida por años de
tiempo perdido buscando
el verdadero amor,
¿el amor existe?
una pregunta que rasga mi alma
en cada amanecer,
en cada ocaso,
sin embargo solo con despertar
en la mañana,
veo el sol amando hasta el
último rincón de vida,
se pierde en mi memoria las razones
valederas para amar,
hasta con el último aliento de mi ser
amo a cada mujer sobre la tierra,
cada una de ellas tiene una razón
de ser en la vida,
nació para ser amada sin límites,
cada una de ellas tendrá su forma
de amar particular a un distinto ser,
de manera diferente y en tiempos diferentes,
su grandeza por encima de todo,
sin ellas simplemente no existiría
el amor y la vida.
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Carlos Dos Santos Daniel