Tientame, y haré arder en ti la llama
callando las palabras de mi boca,
mientras mis labios le cuentan a tu alma,
lo que tus labios humedos me provocan.
Y mientras se abran juntos lo capullos
al fundirse mis labios en los tuyos,
nuestros besos serán gentil arrullo
que te abrigue en mis brazos, y a mí en los tuyos.
Así mil años después que la tumba
extrañe el polvo de nuestros huesos;
de día el sol, y de noche la luna...
suspiraran al recordar nuestros besos.